19 y 20 de diciembre de 2001

19 y 20 de diciembre de 2001

El 20 de diciembre de 2001 caía Fernando De la Rúa.

Treinta y seis personas fueron asesinadas en todo el país por balas policiales.

Sólo hubo condenas para seis de esos crímenes.

En Entre Ríos un policía pagó con la cárcel por el terrible homicidio de Eloísa Paniagua. Los crímenes de Romina Iturain y José Daniel Rodríguez siguen impunes.

En ninguno de los casos la Justicia avanzó sobre las responsabilidades políticas de la represión. Las tres muertes fueron el eje del fracasado juicio político contra el gobernador Sergio Montiel, pero ni el mandatario radical; ni el ministro de Gobierno, Enrique Carbó; ni el jefe de Policía, Victoriano Ojeda, fueron siquiera llamados a declarar en tribunales.

Eloísa.

El país entero se incendiaba cuando Eloísa Paniagua marchó con su padre y un grupo de vecinos hasta el supermercado de calle San Juan para pedir alimentos. La gente corrió desde el barrio Maccarone en su afán por no llegar demasiado tarde al reparto, pero una vez en el comercio solo encontraron agentes de seguridad pertrechados con sus escudos y escopeta de repetición tipo Itaca. Entre discusiones e insultos los policías intimaron a los manifestantes a que se retiraran de inmediato de la zona y eso provocó los primeros piedrazos, la dispersión y la represión que siguió después.

Las mujeres y niños se dispersaron para el lado del Parque Berduc y los hombres siguieron hacia el Paseo Jardín. La joven de 13 años iba a la cola del primer grupo, obligada por la marcha lenta de su hermana embarazada y de la mano de su hermano menor. Corría. En eso apareció un automóvil con tres policías por la pista de atletismo. Uno de ellos comenzó a disparar. En su carrera, Eloísa giró la cabeza, tal vez buscando a su hermanito, y recibió un balazo que se le metió por la boca y le atravesó el cráneo.

La gente obligó al propio matador a trasladarla, en el automóvil en el que había llegado, hasta el Hospital Materno Infantil San Roque. Pero los intentos por salvarla fueron en vano y Eloísa murió a las 20 de aquella tarde trágica.

El cabo Silvio Martínez fue detenido esa misma tarde y pasado a disponibilidad al poco tiempo. En mayo de 2003, estando aún Sergio Montiel como gobernador, el policía oriundo de Santa Elena fue condenado a la pena de 10 años de cárcel por el delito de homicidio simple con dolo eventual y luego fue exonerado de la fuerza policial.

 

Romina.

La historia de Romina Ituraín es distinta. Tenía 16 años y acababa de pasar a tercer año. Estaba en la casa de una prima, a pocas cuadras del hipermercado Wal Mart, tomando mate, cuando los gritos y corridas en la calle la sorprendieron, cerca de las 16.

La casa estaba ubicada en el centro de un gran predio, rodeada de un maizal. La Policía corría a un grupo de personas que había intentado ingresar al supermercado disparándole con balas de goma y de plomo. Los perseguidos se zambulleron en el maizal para evitar ser alcanzados por los proyectiles mientras corrían hacia el barrio Mosconi. Romina salió al patio y enseguida recibió un disparo en el pecho. De algún lado apareció una ambulancia, pero ella murió antes de llegar al Hospital San Martín.

“Durante la investigación se peritaron más de doscientas armas de la Policía y del Servicio Penitenciario, pero no se pudo determinar de qué arma provino el disparo”, explicó Rosario Romero, que intervino como querellante en representación de Mario Iturain, el padre de Romina. “En el mismo lugar se encontró otro proyectil y por las características se infiere que se trataba de una bala policial”, insistió.

En diálogo con EL DIARIO, Romero recordó que “los agentes policiales que intervinieron en la zona de Wal Mart realizaron disparos con proyectiles de goma, pero luego se quedaron sin ellos y comenzaron a disparar con balas de plomo”. Sin embargo, admitió que “en la Justicia nunca se pudo probar que el gobernador Montiel ordenara disparar con armas convencionales”.

 

José Daniel.

El cadáver de José Daniel Rodríguez apareció once días después de la represión, en un pastizal de una calle lateral del Parque Nuevo, a pocos metros del hipermercado Wal Mart, cubierto por tres gomas de automóvil, en estado de descomposición y con varios orificios de bala en el cuerpo.

El muchacho de 25 años había salido de su casa del barrio Mosconi cuando el viernes 21 de diciembre estaba transitando sus últimas horas. En realidad, Rodríguez no tenía casa ni parientes en la zona y solía deambular hasta encontrar cobijo. Ese día buscaba cigarrillos y estuvo un rato con unos vecinos hablando de cómo pasar las fiestas sin dinero.

“Un testigo recuerda haber visto cómo era levantado por una camioneta de la Policía y otro asegura que lo vio detenido en la Comisaría de Bajada Grande, pero no hubo registro de su ingreso a la sede policial”, explicó el abogado Nicolás Nanni, que asesoró a la Corriente Clasista y Combativa (CCC) en la que militaba el joven.

El abogado señaló que “en un primer momento se presentó un habeas corpus por la desaparición, luego se hizo el seguimiento de la investigación y se acercaron testigos. Pero la causa no avanzó y la Justicia ni siquiera autorizó a extraer copias del expediente para poder elevar ante algún organismo internacional de derechos humanos”.

La sangrienta represión de diciembre de 2001 dejó tres muertos en Entre Ríos. Un policía fue condenado, pero ningún funcionario fue responsabilizado por los hechos. Las causas judiciales duermen el sueño de los (in)justos, en los anaqueles del Juzgado de Instrucción Número 1, hoy a cargo de Patricia Yedro, pero inicialmente en manos de Ricardo González. El expediente espera que el paso del tiempo decrete el archivo o la prescripción. O la impunidad, que es lo mismo. Silvio Martínez fue el único condenado por los hechos del diciembre sangriento. Pero si alguna vez alguien más es encontrado culpable por las muertes de Romina Iturain y José Daniel Rodríguez no se lo cruzará en prisión. Desde 2009 goza del beneficio de la libertad condicional y a partir de hoy tendrá por cumplida la pena que la Justicia le impuso por el crimen de Eloísa Paniagua.

Fuente: El Diario, Martes 20 de Diciembre de 2011