San Martín

San Martín

El maestro Eduardo Galeano en su obra Memoria del fuego II. Las caras y las máscaras realizó una recreación muy interesante de la reunión entre San Martín y Bolívar, los libertadores de América,  en la ciudad de Guayaquil el 26 de julio de 1822. Después de la reunión se produjo el alejamiento definitivo de la actividad política y militar de San Martín porque en la noche del 27 de julio de 1822, luego que Bolívar agasajó a San Martín con un banquete, a mitad del mismo, y bajo un estricto secreto de todo lo conversado, tal cual lo convenido, San Martín se retiró hacia el muelle, y se embarcó hacia el Perú, dejando en manos de Bolívar parte de su ejército. A continuación se transcribe el texto de Galeano.

 1822 –  Guayaquil

                            San Martín

Encuentro en Guayaquil. Entre el mar Caribe y el océano Pacífico,se abre un camino de arcos de triunfo: el general Bolívar acude desde el norte. Viene desde el sur José de San Martín, el general que atravesó la cordillera de los Andes en busca de la libertad de Chile y de Perú.
Bolívar habla, ofrece.
Estoy cansado —corta, lacónico, San Martín. Bolívar no le cree;o quizás desconfía, porque todavía no sabe que también la gloria cansa.
San Martín lleva treinta años de batallas, desde Orán hasta Maipú.Por España peleó el soldado y por América el curtido general. Por América, y nunca contra ella: cuando el gobierno de Buenos Aires le mandó aplastar las huestes ederales de Artigas, San Martín desobedeció y lanzó su ejército a las montañas, para continuar su campaña por la independencia de Chile. Buenos Aires, que no perdona, le niega ahora el pan y la sal. En Lima tampoco lo quieren. Lo llaman el rey José.
Desencuentro en Guayaquil. San Martín, gran jugador de ajedrez,evita la partida.
Estoy cansado de mandar —dice, pero Bolívar escucha otras palabras: Usted o yo. Juntos, no cabemos.
Después, hay banquete y baile. Baila Bolívar en el centro del salón, disputado por las damas. A San Martín lo aturde el ruido. Pasada la medianoche, sin decir adiós, se marcha hacia los muelles. El equipaje ya está en el bergantín.
Da la orden de zarpar. Se pasea en cubierta, a pasos lentos, acompañado por su perro y perseguido por los mosquitos. El barco se desprende de la costa y San Martín se vuelve a contemplar la tierra de América que se aleja, se aleja.