El lema de este año, elegido por las Naciones Unidas es “Sin contaminación por plásticos”.

Sabemos del impacto que este material tiene en nuestro ambiente, como derivado del petróleo, de los más de 200 años que tarda en degradarse, de cómo se fragmenta en microplásticos que llegan hasta los alimentos que consumimos.

Sabemos de la contaminación por plásticos y promovemos su reciclado, colaborando con quienes viven de recuperar éste y otros materiales.

Pero sabemos también que la solución al problema es reducir la fabricación. Y reemplazar en cada oportunidad que se pueda el plástico por otros materiales. El plástico que menos contamina es aquél que no se fabrica.

Reducir, reciclar, reutilizar, pero también rechazar, reparar, recuperar, repensar, reorganizar, recrear. Nuestro ambiente requiere, además de un cambio en las acciones individuales y grupales, una transformación profunda de paradigmas, en los modos de producir y de relacionarnos. Transformación que es política y cuyo camino es la educación ambiental integral.

Decir ambiente es decir “sustentabilidad como proyecto social, el desarrollo con justicia social, la distribución de la riqueza, preservación de la naturaleza, igualdad de género, protección de la salud, democracia participativa y respeto por la diversidad cultural”. (Ley Nacional 27621 de Educación Ambiental Integral)