Homenaje a nuestros compañeros desaparecidos
En la tardecita del viernes inauguramos el mural que recuerda a nuestros compañeros entrerrianos desaparecidos. A partir de ahora, cada asamblea, cada reunión, cada acto de nuestra seccional estará presidido por esos rostros queridos que nos miran y nos animan.
Compartimos las palabras y los conceptos de nuestra Secretaria General, Susana Cogno:
EL FUEGO DE LA PALABRA
En 1976, Un elefante ocupa mucho espacio, cuento de Elsa Bornemann fue premiado en Suiza.
Un año después era prohibido en la Argentina por relatar una huelga de animales.
El decreto decía: «se trata de cuentos destinados al público infantil, con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo.»
Recordando aquel momento Elsa Bornemann decía: «A lo largo de seis meses no pude escribir… la prohibición afectó particularmente mi relación con la existencia. En especial, debido a la gran cantidad de personas que decían apreciarme, quererme y que se borraron por completo a causa del decreto militar. Por extensión arbitraria del mismo tuve vedado el acceso a todo establecimiento de educación pública (de cualquier lugar de la Argentina y de cualquier nivel) hasta que terminó la dictadura.»
Los educadores comprometidos con la vida; piensan ideas y piensan la existencia, es nuestro desafío cotidiano construir pedagogía contra el olvido.
La educación liberadora es incompatible con una pedagogía que, ha sido práctica de dominación. La experiencia de la libertad sólo encontrará adecuada expresión en la formación que permita a cada sujeto descubrirse y conquistarse, reflexivamente y críticamente, como artífice de su propio destino histórico, como decía Paulo Freire, la educación es práctica de la libertad.
El sentido de la educación es aprender a escribir la vida, como autor y como testigo de la historia. La pedagogía de la palabra, hace texto la realidad.
Los años de la dictadura en nuestro país implantaron un manto de terror y de prohibición que se extendió fundamentalmente al plano de la educación y la cultura, autores, libros, películas, movimientos, actividades, preguntas, todas censuradas, todas en el cerco del silencio y el miedo.
La palabra se entiende como mensaje y acción, es palabra que dice y transforma el mundo. Así lo entendieron quienes construyeron la “pedagogía de la memoria”para hacer del dolor, lucha por la verdad y la justicia.
Este ejemplo de tomar la palabra, lo es en nuestra provincia desde 1991, la Asociación de Familiares y Amigos de Desaparecidos de Entre Ríos (AFADER) que construye día con día conciencia.
AFADER nació como una asociación civil y se conformo públicamente, en 1995, cuando se inauguro el Monumento de la Memoria realizado por Amanda Mayor (Plaza Sáenz Peña, Paraná, Entre Ríos).
En un primer momento, AFADER estaba integrada por Carmen Germano; Clara Fink; Pepita Goyeneche, su marido Dionisio e hijos; Amanda Mayor; Gustavo, María Luz y Cristela Piérola, Carmen y Juan José Acosta y Delia Costa, junto con su padre y su tío , Guillermo Germano, Alicia Dasso de Bachetti, hoy son muchos más .
Los primeros intentos fueron perseguidos, las placas destruidas, los militantes amenazados. La realización del monumento enfrento la oposición de las mismas autoridades democráticas, hubo que pelear mucho y vencer resistencias para hacer camino al andar.
Han pasado años desde los primeros pasos, tiempos duros, de mucho silencio, que se interrumpía con marchas, placas, charlas, actos, monumentos, historias de vida. Frente a la muerte y el olvido, el fuego de la palabra, en testimonios luminosos de Madres, Abuelas, Hijos, familiares, amigos, militantes, organizaciones sociales y sindicatos, que construyeron horizontes de palabras y acciones para decir lo callado y estos textos permitieron construir otros que argumentan sobre la justicia, la libertad, la esperanza y la alegría de la vida.
La escuela publica entrerriana “espina de la vida y de la historia”, es lugar de los desafíos para construir memoria, como conquista de todo el pueblo, como lugar de esperanza, para abrir las aulas a todas las lecturas, a todos los libros, porque hubo en nuestro país una dictadura que quitó la vida y en ese período 25 millones de libros fueron quemados, saqueados, robados y fundamentalmente prohibidos, como el cuento del elefante que ocupa mucho espacio, o el principito.
Para recuperar esos años de horror y de oscurantismo hay que disponer muchos libros, muchas palabras, muchos ejemplos de vida, como los de las Madres y las Abuelas.
Las aulas deben ser lugar de todos los cuentos, de todas las palabras, que ayuden a nombrar el mundo, para ser herramientas que construyan el futuro de justicia y de igualdad por el que han luchado miles de argentinos. Solo así en el corazón y la mente, el fuego de la palabra, será acto sentido para, escribir, relatar, contar, vivenciar, preguntar, investigar, escuchar, y sintetizar como Nunca Más…
Susana Maria Cogno – Secretaria General