Un aula cada dos días, 130 escuelas en ocho años, una edificio escolar nuevo cada 20 días. Los números son impactantes y, con esa sola información, parecieran una verdad indiscutible ante la que no queda más que asentir.

Pero la realidad de la educación entrerriana no se agota en los números. Los graves problemas edilicios se ven inclusive en aquellas escuelas recientemente inauguradas, como la María Elena Walsh de Colonia Avellaneda, que se construyó hace tres años y los chicos pierden días de clase porque los baños se quedan sin agua.

Las comunidades educativas de otras escuelas no tan nuevas siguen esperando y, las más afortunadas, después de pegar hacer sentir sus reclamos, lograron ser atendidas.

“Hay riesgo para la vida de los chicos”, advirtió el titular de Agmer Paraná, Claudio Puntel. “En invierno entra el frío por las ventanas que no tienen vidrios, llueve y se inunda por el techo y por los desagües pluviales, las paredes se electrizan”, enumeró y recordó el caso de la escuela “De la Baxada del Paraná”, que hace poco más de una semana estuvo tres días sin clase por falta de agua.

Para Puntel, estas situaciones son consecuencia de “un abandono de la inversión en la escuela pública, con una política que tiende a la elitización de la educación”. Y se refirió explícitamente a la campaña electoral del oficialismo, que tiene como uno de sus ejes la cantidad de escuelas construidas en la provincia durante las dos gestiones de Urribarri: “le sirve para el afiche, para el spot, pero los padres de nuestros alumnos y los trabajadores de la educación sabemos como son las escuelas donde trabajamos y donde nuestros gurises estudian y aprenden”.

“Lo que se logra en las escuelas es gracias a las asociaciones cooperadores, a que pone el hombro la comunidad educativa”, y mencionó como ejemplo que días atrás “los padres de la escuela Rivadavia estaban destapando los desagües de las cloacas porque el gobierno, al que hace 20 días se le pide solución, hasta ahora no apareció”.

Pero las escuelas nuevas no están exentas de problemas y esto exige indagar en profundidad sobre en qué condiciones se otorgan las licitaciones y si funcionan los mecanismos de control necesarios para garantizar la calidad de las obras. “Hay escuelas que se entregaron, que de afuera se ven muy bien y caen dos gotas de agua y se inundan”, denunció el docente.

De la Redacción de AIM (Ver nota en sitio)