El lado B de la escuela pública: rifas, videoclub, ferias americanas
En el pizarrón hay un cartel hecho en computadora.
Dice que a partir del 13 de este mes empezará la reinscripción en la Escuela Bernardino Rivadavia, ese edificio de dos plantas, una edificación centenaria que se levanta en la esquina de Cervantes y Tucumán.
Primero, la reinscripción será para alumnos de 2° a 6° grados, y que para ello habrá que abonar el “valor de la cooperadora”, que es de $50.
No es la única fuente de financiamiento que tienen las escuelas públicas: siempre de los bolsillos de los papás de los nenes que van a clase.
El otro mecanismo es a través de la venta de rifas, o de los bingos, o de la venta de alfajores, o de empanadas, o de pastas.
La escuela, en ese caso, es una gran feria americana. Aunque también hay ferias americanas en las escuelas.
En la Escuela Bernardino Rivadavia también hacen rifas.
Escrito en tiza sobre el pizarrón, el mensaje sobre las novedades del sorteo da cuenta de que el primer premio “no fue vendido”, pero que sí el segundo.
Fue una rifa que se hizo el mes pasado, recuerda Maximiliano Vitale, papá de una nena que asiste a la escuela, miembro de la cooperadora.
“Lo recaudado se destinará para la compra de focos, vidrios, arreglo de cerraduras, pago de seguro, .teléfono, ya que en la departamental no hay partidas para estos arreglos y pagos mensuales”.
Entonces, leyendo esos carteles, cayendo en la cuenta de la situación, se pregunta:
“Ahora, me pregunto. ¿Cómo hacemos los miembros de cooperadora si el único ingreso son rifas, bingos, cine, etcétera, y lo poco o casi nada del pago de cooperadora”.
Se sigue igual.
Hace un mes, Maximiliano Vitale lanzó una voz de alerta.
Colgó del balcón de la Escuela Rivadavia, que da a calle Tucumán, una bandera roja, y en esa bandera roja, escrita una leyenda.
Dice: “Peligro. Escuela sin disyuntor”.
Las escuelas como la Escuela Rivadavia, de primera categoría –la calificación hace alusión a la cantidad de alumnos que tiene—reciben por mes $298 para limpieza. Pero esas partidas no siempre llegan a tiempo.
Tampoco llega la plata para mantenimiento.
Y cuando llega, no siempre alcanza.
Entonces las escuelas hacen otra cosa.
A principios de septiembre, en la Escuela Rivadavia proyectaron cine.
Otra vez el mismo fin: se armó una especie de videoclub, y se proyectaron dos películas con el objetivo de recaudar fondos para cambiar vidrios, arreglar cerraduras, esos asuntos.
En 2015, el Consejo General de Educación (CGE), se le asignó un presupuesto de $7.346.053.000. De ese total, el 97% se destina al pago de salarios, de modo que el muy poquísimo remanente que queda se destina al pago de insumos y administración, y una franja muy escasa a mantenimiento de los edificios escolares.
De ahí los bingos, las rifas, las ferias americanas.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora. (Ver nota en sitio)