Las Escuelas Nina que creó Urribarri están atadas con alambre
Las Escuelas Nina –el nombre es un homenaje a la educadora Nélida “Nina” Landreani—surgieron en 2012 como respuesta a la necesidad de contener a los alumnos dentro del sistema educativo y evitar la deserción.
Aquel año eran 15, pero ahora suman 100, aunque funcionan en la más absoluta precariedad: sus directivos no tienen estabilidad porque sencillamente nunca se concursaron los cargos, no hay ningún ordenamiento legal que las ampare, los docentes que se desempeñan en los talleres que funcionan en el horario extendido tienen una relación contractual precarizada con el Estado y ni siquiera se ha diseñado una libreta de calificaciones tipo.
Frente a esa escasez, los directivos hacen lo que pueden: han “diseñado” una libreta de calificaciones propia, que se comparten por whats app: a la libreta tradicional que usan los docentes para calificar a sus alumnos, se le agrega una hoja, fotocopiada, en la que van las calificaciones de los talleres que funcionan en el horario extendido.
Las Nina son escuelas que, primordialmente, pertenecen a zonas marginales y que amplían su oferta: en vez de cuatro horas, tienen ocho horas de actividad. A la mañana, se dictan los contenidos comunes a otras escuelas primarias, pero después de mediodía, hay clases de teatro, música, radio, idioma extranjero y hasta de canotaje.
No son escuelas de jornada completa, 45 en total hoy en Entre Ríos, sino de “jornada extendida”, y hoy suman alrededor de 100. Aunque funcionan dentro de una precariedad notable a pesar de que el Gobierno ha buscado ponerlas como ejemplo de política educativa.
“Las escuelas de doble jornada han permitido revertir muchas situaciones de injusticia y forman parte de nuestro proyecto político, cultural, histórico y social por una Entre Ríos más inclusiva y más solidaria. Cuando terminemos la gestión el año que viene más del 30 % de las escuelas entrerrianas serán de jornada completa”, auguró en noviembre de 2014 en General Campos el gobernador Sergio Urribarri.
En realidad, lo ordena la Ley de Educación de Entre Ríos, que establece:
“Se promoverá la jornada extendida y completa para favorecer el desarrollo de actividades que permitan intensificar la lectura, la escritura, el cálculo y acciones culturales, artísticas, de educación física, deportivas y recreativas”.
El proyecto de Escuelas Nina surgió en el ciclo lectivo 2012, con 15 establecimientos con modalidad extendida –13 estatales, 2 privadas—y hoy suman un poco más de 100, menos del 10% de la oferta total, constituida por 1.200 establecimientos de nivel primario.
En el primer turno, de 8 a 12, se dictan los contenidos curriculares comunes a todo el sistema, y desde las 12 y hasta las 16, contenidos particulares, como idioma extranjero, y talleres de danza, de teatro, de títeres, de música, de fotografía, de cine, de radio y hasta de ajedrez.
Un aspecto crucial es el de los docentes que se desempeñen en el segundo turno de la jornada extendida, los que, según la resolución Nº 300, del año 2012, dictada por el Consejo de Educación, que dio forma a las Escuela Nina, debe tratarse de profesionales “comprometidos con la problemática social”. Y por esa razón, “la selección de los docentes que ingresen a las funciones formativas complementarias se efectuará por presentación de proyectos”, y no mediante el régimen de concursos.
Pero ninguno pasará a cobrar un salario similar a los maestros que se desempeñan en escuelas de jornada completa –cuyo ingreso es un 12% por encima del de un maestro de jornada simple–, según la disposición de Educación. “Los maestros de grado que se desempeñan en las escuelas seleccionadas, continuarán siendo de jornada simple, en la misma situación de revista que ostentan –se indicó–. En caso de cobertura de vacantes o suplencias, se regirá por el listado de orden de mérito de jornada simple vigente”. Y en el caso de los docentes que ocupen horas en el segundo turno, en acompañamiento de estudio, dictado de idiomas o talleres, será “transitorio”, sin estabilidad.